miércoles, 15 de febrero de 2012

Y después se dieron duro

]Efemérides y saldos[


Y después se dieron duro
Alejandro García

Si Marx hubiera conocido a la niña habría hecho una excepción.
Eduardo Mendoza



Galardonada con el Premio Planeta 2010 Riña de gatos. Madrid 1936 (México, 2010, Planeta, 427 pp.) nos lleva nuevamente desde la novela a la Guerra civil Española, que este 2011 cumplirá 75 años de haberse iniciado. El medio centenario sorprendió a los españoles en plena transformación y logro de acuerdos, tal vez sea tiempo de regresar a la fuente de las grandes causas y cuestionarla. La acción se ubica en el Madrid de marzo de 1936, meses antes del levantamiento de Franco, fecha de apresamiento de José Antonio Primo de Rivera, Marqués de Estella y fundador de la Falange.
La novela no es novedosa ni en su tema ni en su estructura, aunque goza de la sabia mano de Eduardo Mendoza, novelísta de demostrada capacidad (El misterio de la cripta embrujada, La verdad sobre el caso Savolta, La aventura del tocador de señoras). El inglés Anthony Whitelands es llamado a Madrid a valuar una colección pictórica de Álvaro del Valle y Salamero, duque de la Igualada, a fin de obtener dinero para escapar a la grave situación de España.
Whitelands, especialista en Velázquez y quien viene saliendo de una relación con una mujer casada, habrá de enterarse de que es pretexto para las intrigas de la época e instrumento de las fuerzas en pugna en vísperas del enfrentamiento. En el palacio de su contratante encuentra una copia de “La muerte de Acteón” de Tiziano, la famosa recreación del mito en que los perros se tragan a su propio dueño convertido en ciervo por la diosa Diana una vez que la ha visto desnuda.
El duque de la Igualada guarda un secreto que es la verdadera misión para Anthony, tiene que ver con los secretos de Velázquez y con una posible liquidez que vaya a otro destino que no es la huida de la familia. A la vez, el duque tiene una mujer discretísima que casi al final de la novela resulta antigua conocida de Niceto Alcalá Zamora y le pide que ponga a resguardo a Primo de Rivera, lo que Alcalá (y la historia) cumple.
Tiene además dos encantadoras hijas, una casi prometida del fundador de la Falange, la otra apenas abierta al mundo, pero dispuesta a comprometerse en la aventura. Whitelands saboreará las mieles de Paquita y los cotilleos de la pequeña Lilí. Sus dos retoños masculinos son menores en presencia, pero afines a él y uno de ellos será herido y con ello propiciará el reagrupamiento de la familia en torno a sí misma.
Desde el principio el personaje se encuentra con presencias que tomarán cuerpo en el futuro. Lo mismo saluda en la estación de ferrocarril a un policía cortés que después se convertirá en su vigilante que es guiado a un prostíbulo por Higinio Zamorano y al salir resulta que se ha llevado su dinero y sus documentos de identificación. Después los recuperará y le ofrecerá en charola de plata a la prostituta Toñita para que se le lleve a Londres, donde seguramente vivirá mejor que en España. Y claro, Higinio tendrá nexos con el comunismo y con Kolia, este terrible espía del enemigo que viene a ajustarle cuentas a Whitelands y que puede ser lo mismo Higinio que el mismo Primo de Rivera y que se desdibuja sin necesidad de justificar su altanera no presencia.
Whitelands se emborrachará con Primo de Rivera, conversará con él, conocerá sus dotes carismáticas en corto y su escaso impacto en los electores. A él sólo le importa el secreto del Velázquez, pero todo atenta contra él, hasta que un misterioso incendio de palacio regresa el relato al punto cero.
Novela de incisión sobre el lector, Riña de gatos. Madrid 1936, también muestra a Manuel Azaña. Whitelands lo pone al tanto de esa potencial vitamina en pro de la rebelión. A Azaña le interesan más Velázquez y Tiziano, aunque lo hace sin desvincularlo de presente y futuro: Muchos piensan que estamos justamente en esta situación. La falta irreparable ya ha sido cometida, la flecha dejó atrás el arco; sólo nos queda esperar a que nuestros perros nos hagan pedazos (p. 337).
Después vino la guerra, se dieron hasta con la cubeta, Primo de Rivera se convirtió en héroe, era más molesto como líder vivo y nada cercano a Francisco Franco.
El Premio Planeta se ha convertido en un estímulo económico importante para los autores ganadores. Quizás lo único comentable es que las últimas versiones las han ganado destacados escritores del catálogo de Planeta o de algunas de sus casas subsidiarias, como el caso de Bryce Echenique, Skarmeta, Savater, lo que no quiere ir en desdoro de los galardonados, sólo intenta aludir al juego de fuerzas de la literatura hispanoamericana.

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