jueves, 23 de febrero de 2012

¿¡Demonios!?

]Efemérides y saldos[


¿¡Demonios!?
Alejandro García


El punto de encuentro fue un lugar que poco después alcanzaría una triste notoriedad. Se trataba de una amplia plaza con un magnífico edificio público en uno de sus lados: el Palacio de Justicia
Heimito von Doderer



Novela publicada en 1956, es hasta 2009 que se publica en español. Es una obra monumental, imprescindible entre las grandes del siglo XX. A contrapelo del año de publicación, se ubicará entre las grandes narraciones que hablaron de la suerte del Imperio Austro-húngaro, en una de sus secuelas posteriores a su formal desaparición tras la Primera Guerra Mundial. Los demonios de Heimito von Doderer (Hadensdorf, 1896–Viena, 1966) se ubica fundamentalmente en el año de 1927 y podríamos inclusive hablar de primavera-verano de Viena, circunscribiéndola a dos hechos violentos, aunque el narrador alude a una fecha muy próxima al año de publicación (1955) como temporalidad en que recupera el recuerdo. El incendio del Palacio de Justicia marca el final de una era donde la República austriaca añora su pasado y desgasta los desatinos de la socialdemocracia para dar paso al asalto de los nacionalsocialistas. Austria terminará anexada a la Alemania nazi y su brillante pasado se diluirá en múltiples nacionalidades y en un serio cuestionamiento al papel de la cultura en aquellos años.
Juan García Ponce trajo noticia de este autor, miembro del nacionalsocialismo en sus años mozos, preso en un campo de concentración de Siberia. Lo hizo, según confiesa, en un artículo en la Revista de la Universidad de México y a la muerte, ese mismo año en el suplemento de la revista ¡Siempre! Aún más, su libro Ante los demonios. A propósito de una novela excepcional Los demonios de Heimito von Doderer resultó y resulta novedoso al publicarse en 1993 en El Equilibrista/ UNAM. Es una fabulosa guía para moverse en ese océano narrativo.
Heimito von Doderer ha sido elogiado por algo que en la traducción no podemos entender del todo y que es el manejo del llamado bajo alemán, que no es otra cosa que la integración del lenguaje popular, de sociolectos no cultos a la gran literatura, y esto se hace desde Austria, lo que hace decir a García Ponce que se trata de la plenitud del alemán austriaco. No es poco esto, mucho menos en una literatura de Siglo de Oro tan reciente, desde Goethe hasta Mann, ampliado hasta los románticos y hasta Böll y Grass.
Desde mi modesta perspectiva señalo 3 líneas de lectura:
1. La disolución y caída del imperio Austro-húngaro, su paso por la república y su purga por el nazismo y la guerra, pero también la caída de los programas progresistas de la socialdemocracia y su entrega a manos y uñas nazis. Se ha mencionado poco esta responsabilidad histórica de la izquierda alemana en general, lo que permitiría explicar muchos de los descalabros de la humanidad en sociedad de alta cultura.
2. Una historia de familias, de hijos que no son tales, de herederos que pasan de una a otra familia y después encuentran su origen y su herencia. Es el caso de Renacuajo, quien aparece como hermana de Kajetan von Schlaggenberg, con él comparte la pobreza, pero que es hija de personas poderosas económicamente que no pudieron unirse por la falta de nobleza del padre. Será redimida.
3. El mismo Kajetan von Schlaggenberg, el escritor, quien ante la separación de su esposa se dedica a hacer una estética sobre las señoras gordas como única opción para la felicidad. En torno a él gira la vida de respuesta a la derrota histórica y el ejercicio artístico como garante de la continuidad cultural. También Kajetan tiene la mano en la escritura, pues el cronista es un improvisado.
Existen dos anillos en la novela que contienen el enorme mapa de acontecimientos, el consejero Leveille y el cronista George von Geyrenhoff, el primero arma de continuidad y manipulación del pasado en el presente, el segundo incapaz de soportar la caída del Imperio, motivo por lo cual se jubila con antelación y se dedica a la construcción de este gran fresco.
Hay numerosas historias, tejidos anecdóticos, como el de aquella hermosísima mujer que ha perdido una pierna y es perseguida o trasplantada de la imagen de una foto en tierra extraña a su realidad vienesa.
Al igual que algunas grandes obras alemanas como las de Mann, en lo que toca a mi experiencia, la sensibilidad alemana no se entrega a la primera, se escabulle y se tiene que catar. Al fijarse a ciertos registros de lenguaje, no necesariamente en lo temático, es todavía más escurridizo. De allí que uno navegue siempre con incertidumbre, con preocupación por no entender. Al final, Von Doderer hace las necesarias recursiones, los repeticiones desde otro punto de la espiral y la claridad se hace, sólo para volver al punto de una nueva incertidumbre.









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