lunes, 6 de febrero de 2012

Protégenos de los testigos protegidos

]Efemérides y saldos[


Protégenos de los testigos protegidos
Alejandro García


Intuyo que el comentario de Teresa tenía menos que ver con los hombres que se van que con los hombres a los que matan. Porque en el mundo del que ella procedía, que te mataran era una forma de irse tan natural como otra cualquiera.
Arturo Pérez-Reverte



La inminente presentación de la película La reina del sur, avivará sin duda el interés por esta novela de Arturo Pérez-Reverte (Alfaguara, 2002, 545 pp). Si no con el impacto de las películas de Hollywood, seguramente que tendrá sus espectadores numerosos. Arturo Pérez-Reverte ha reconocido que el punto de explosividad para escribir esta novela estuvo en el corrido “Camila la Texana”, de amplias reminiscencias entre el público mexicano.
Me interesa la novela, sin duda de un gran valor narrativo en cuanto a la trama y a la construcción del personaje femenino, Teresa Mendoza Chávez. Un ejemplo de cómo la literatura de pronto influye en la realidad se vio cuando hace unos meses se dio la aparatosa aprehensión de la Reina del Pacífico (2007) y de pronto los ojos del periodismo se volvieron sobre ese elemento legendario que está en el narco y en la delincuencia, el femenino, como lo está en todas las actividades humanas. Pérez-Reverte no estaba equivocado con respecto a la realidad: la reina del Pacífico ha sido absuelta en días recientes por falta de pruebas, podría decirse que el fantasma de Teresa cabalga de nuevo.
No es ocioso señalar que en 2008 la novela de Pérez-Reverte tuvo su primera resurrección a propósito del caso anterior, lo que habla de cierta correspondencia, reciprocidad, de la realidad a la literatura. El segundo envión lo proporciona la película y la realidad que padecemos.
Me atrevo a señalar dos líneas de lectura de esta novela. La primera gira en torno a las aventuras de esta mujer que se escapa de los ajusticiamientos del narco y llega a Europa, primero a una ciudad española de la costa de África y luego a la zona de Peñón de Gibraltar en donde servirá de transportista de los mayores cargamentos de droga sin recibir a cambio pago en mercancía, siempre en metálico y, como el pájaro, sin mancharse las plumas. Esta línea es vital, el periodista narrador que va detrás de los pasos de Teresa construye una obra en la que el lector queda atrapado, si bien al final puede o no compartir los frutos de la travesía. La novela es vertiginosa, pese a tener 543 páginas.
Teresa es materia de primera para el género novelesco. Bella o al menos de buen porte, escapa al dedo que le han puesto los capos después de que su hombre el Güero Dávila ha sido atrapado rompiendo las reglas de la hermandad. Cumplirá cabalmente la instrucción de entregar la agenda del amante como salvoconducto. Así podrá reiniciar su vida en otros continentes, pero al salir de la nada habrá de enterarse de que la sentencia está vigente y que habrá de aceptar el desafío, ahora que ha igualado las fuerzas, de enfrentar al destino manifiesto y torcerlo a su favor.
Teresa crece como personaje y se enfrenta a las estructuras mismas del crimen. Cierto, se alimenta de él, pero a la vez padece de una marginalidad que le ha impuesto primero su calidad de subordinada al hombre y luego su condición de transterrada. De modo que Teresa está fuera de la ley, pero la ley misma se encarga de mantenerla dentro en espacios donde la muerte suele ser consigna, pero en donde operan pactos de civilidad y mantenimiento de las formas.
La otra línea tiene que ver con la infraestructura que el narcotráfico y la delincuencia han tejido en el mundo contemporáneo. Su importancia va mucho más allá de una historia en donde hay dramatismo y actos de heroísmo. Desde luego que siempre estará la tenue línea de la democracia occidental ideal amenazada por los narcos, pero con las manos de sus funcionarios y líderes metidas por los menos en las orillas y en algunos espacios hasta las entrañas mismas.
Hay que admitir que un sexenio como el que padecemos en México ha vivido de este maicito por 4 años y muertes van y muertes vienen, como en el cine, los episodios se alargan y salen y salen más delincuentes como chinches de un viejo colchón.
Otro cuento tiene que ver con los testigos protegidos, esos que desde la oscuridad escupen su verdad y permiten que los buenos operen sobre los malos. Teresa se escapa, huye del narco y del orden establecido, pero la novela no deja de plantearnos la suerte de nuevo albur en donde vivimos pendientes de que alguien que decida salirse del narco señale a los responsables, en ese viejo pleito casi novelesco del que avienta la piedra y esconde la mano.


No hay comentarios: