lunes, 6 de febrero de 2012

Fragmentos de las memorias del subsuelo del país de la alegría




]Efemérides y saldos[


Fragmentos de las memorias del subsuelo del país de la alegría
Alejandro García

Limpiar su casa, reconocer sus raíces, dimensionar el pasado; como deberá hacer el país: retomar un paso firme, con rumbo.
Jorge Galván


Jorge Galván es ampliamente conocido como actor. Su actuación en Por si no te vuelvo a ver significó para muchos la toma de conciencia sobre nuevas temáticas, una nueva mirada a la tercera edad, que fuera más allá de la compasión melosa y de la falsa piedad cristiana. Si en un ángulo se nos modifica la mirada y/o la sensibilidad evidentemente que se modifica la percepción entera. También lo hemos seguido en su trabajo en televisión, alejado lo más que puede de las ñoñerías del entorno y de la reificación de la banalidad.
Nuestro autor es también un antiguo maestro de teatro. Querétaro y Aguascalientes saben de sus pasos. Conoce el oficio y sabe trasmitir esa pasión tan necesaria para representar la vida de tal manera que nos parezca digna de modificar la propia, el boomerang hiere donde más duele. No menos importante ha sido su labor como hombre de empresas culturales que rebasan el lado provinciano de las artes y permitan la maduración de sus diversos campos.
Ahora ha publicado la novela Los ojos de Tiresias (México, 2010, Juan Pablos/ CONACULTA/ ICA/ IQCA/ Tinitus, 199 pp). Primer escenario: una cantina, jugadores de dominó a la mesa, un lector de imágenes, un dador de una fotografía, una cara de asombro del vidente y una reacción que desemboca en la violencia por parte del indagador. Aparece el investigador, Virgilio, en escena, el policía que debe desenredar la madeja, pues Celestino Torreblanca está hospitalizado por la golpiza que le dio Abelardo Maldonado, periodista. El hecho criminal es mínimo. Tiene un arreglo y el ofensor está dispuesto a reparar en la medida de lo posible el daño.
Segundo escenario: los personajes indagan. El investigador busca la causa de la agresión, el agredido se pregunta lo mismo y el agresor purga la culpa ante una reacción ajena a su cosmovisión.
Aparecen otros niveles de la realidad, el pasado que se mueve cual iceberg con una mínima punta, agresiva, sí, pero nada comparable al infierno que lleva en sus entrañas. También aparece el amor: entre una chica hermosa, la dama de la foto, y el periodista y el compromiso con el oficio periodístico: la guerra sucia, aquella que el estado desencadenó con sus ciudadanos rebeldes. Esto se hace justo cuando el pudibundo gobierno del cambio inaugura el nuevo siglo lanzando una guerrita sucia contra el mejor posicionado de los precandidatos. Cualquier referencia a Fox es justa y así se menciona en la novela.
Celestino Torreblanca tiene una larga cola por pisar. Gente de teatro, se dedica lo mismo a formar que a acosar alumnas y a denunciar diferencias de pensamiento: “Para sobrevivir delaté a los activistas que eran enlace con grupos guerrilleros” (p. 117). Termina por aliarse al orden y perderse en la mediocridad hasta terminar en pobre versión de Tiresias de cantina. Ha dejado daños y perjuicios al meterse entre las piernas de las alumnas por las buenas y por las malas. Así vive. Había conocido a la chica de la foto.
Roxana viene de un pasado nebuloso en que el abuso (paterno, profesoral) fue norma; sin renunciar a antiguas convicciones ama a Abelardo. Éste trata de armar las piezas de su pasado.
Tercer escenario: en ese momento de la historia del país en que la frivolidad y la ignorancia parecieron coronarse, una tímida fiscalía arrojó los pocos resultados de la guerra sucia que le permitió aflorar el gobierno del cambio. En la novela nos asomarnos a realidades donde la tragedia clásica campea y donde el drama se torna claroscuro frente a la pusilanimidad del grandote del Bajío.
Todo puede suceder en este país de recovecos tan drásticos y profundos, hasta que Yocasta aparezca en hermoso y deseable cuerpo de mujer, hasta que la resistencia al régimen posrevolucionario oculte los excesos de la carne y sus consecuencias antes y después, en la mujer, en la amante, en la viuda, en la madre, todas en una.
Los ojos de Tiresias es una novela notable, de un escritor notable y entrañable, es la asistencia a un drama, pero sobre todo es el recorrido por un mundo de injusticia en donde la novela negra se convierte en novela rosa frente a las meras esquirlas de la violencia, sea estatal, sea de la delincuencia organizada, sea de las personas comunes y corrientes transformadas en fieras. Podría decir que aquí los personajes salen del teatro trágico para dedicarse a la comedia de la vida diaria y salen de la realidad caricaturesca para convertirse en personajes dramáticos y nos cuenta un fragmento de las memorias del subsuelo de este país que se resiste a mostrar la verdad.

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