lunes, 6 de febrero de 2012

A causa de las letras, la libertad a salto de mata

]Efemérides y saldos[

A causa de las letras, la libertad a salto de mata
Alejandro García

Que no es justo, ni en absoluto natural, someter un territorio al dominio de la violencia y la explotación sin límite. Y que las cosas no deben seguir así porque siempre hayan sido así. Porque, además, no es verdad que todo sea igual: todo es cada vez peor.
Roberto Saviano



Roberto Saviano, periodista, escritor, vive escondido. Al principio lo pudo hacer en Italia, con una escolta de carabineros. Después lo pusieron sobre aviso de que la Camorra iba a asesinarlo (2008) con todo y guardaespaldas. Huyó. Al igual que Salman Rushdie vive recluido, aparece aquí y allá bajo su riesgo, sabiendo que su cabeza tiene precio y que los tentáculos de la mafia napolitana llegan a cualquier rincón del mundo.
Saviano (Nápoles, 1979) publicó Gomorra (2006) donde proporciona pelos y señales de la mafia (dar nombres y datos exactos fue su mayor culpa). Esta mezcla de literatura y periodismo, de universo de lenguaje y referencia a un mundo poderoso que subvierte el orden y las más elementales dignidades del ser humano en tanto se escuda en el crimen, le ha valido la defenestración del mundo cotidiano, aunque aquí más bien se trate de condenar a vivir en una especie de agujero. La sentencia de Rushdie ha sido por motivos religiosos, la mano del fundamentalismo islamista de Irán ha hablado, la sentencia de Saviano sale del crimen organizado, las metralletas lo buscan.
La belleza y el infierno (México, 2010, Debate, 238 pp) reúne 27 artículos publicados entre 2004 y 2009 (7 de 2007 y 10 de 2008), dos de ellos inéditos, el que abre el libro “El peligro de leer” y “Huesos de cristal”. El libro se divide en 5 secciones: “Sur”, “Hombres”, Negocios”, “Guerra” y “Norte”. El centro del libro es Nápoles (la empatía entre Saviano y Messi se establece por Maradona y su paso por el equipo de futbol) y sus alrededores, el sur italiano y, a contrapelo de los amantes del turismo y de la cultura del maquillaje, se parte de una imagen respetuosa y amada de la tierra, rizoma que ha sido pervertido y oscila entre la versión oficial de la democracia liberal y la estigmatización de la mafia, que a su vez va del diablo a la imagen de Hollywood y olvida la versión estética de la Sicilia, al extremo sur, de Coppola.
Una lectura superficial del libro nos lleva al narcisismo de Saviano, a su estar en el centro. Lo incontrovertible es que está, Gomorra todavía le brinda beneficios y ataques, antes y después de la camorra, y la literatura y el periodismo le dan el relativo cobijo que no le han dado a muchos de los que han terminado asesinados en cualquier callejuela.
Si vemos el libro en sus pliegues, Saviano se convierte en un generoso propagador de su entorno y de artistas y personas que lo han influido y que conforman su visión crítica e incómoda de Italia y el mundo contemporáneo. Desfila así una galería de personajes que a veces ajenos a nuestra comunidad de evidencias se convierten en nombres que hay que llenar con la experiencia del conocimiento: el pianista Petrucciani, el boxeador Tatanka Skatenato, el infiltrado Brasco (Pistone), el cronista Siani, el periodista Biagi, el eutanata Enclaro, en la persona de su hija Eluana, y la férrea luchadora por restaurar la memoria de su hijo, Badalomenti.
El otro centro del libro está en “Negocios” y en particular en “La magnífica mercancía”. Señala: “Que la cocaína es el motor principal de la economía criminal y que esta economía criminal es la más floreciente de las economías de nuestro tiempo, es algo sobre lo que llevan años trabajando muchas fiscalías” (p. 131) y “Mira la cocaína y sólo verás polvo, mira a través de la cocaína y verás el mundo” (p. 136). El largo sueño del Padrino, de ser un ciudadano honorable está dándose vertiginosamente. La droga se convierte en surtidora de dineros, en articuladora de economías en riesgo, de bolsillos honorables prestos a ser pragmáticos y la vida se torna oronda para todos, siempre y cuando no se desacaten las nuevas reglas de la convivencia donde la libertad está a salto de mata.
Saviano se acerca a la guerra a través de autores como Vollmann y Herr, sin embargo, todo el libro está cruzado por la palabra. Las guerras actuales y recientes se alinean a territorios acosados por grupos gangsteriles de nigerianos, albaneses, rusos, italianos, colombianos, mexicanos, pero el cinismo gubernamental sigue negando que haya muertes, que haya delitos, que la vida esté en acoso:
“Se diría que todo eso ocurre en otro país. Porque los que gobiernan y los que están en la oposición, los que lo cuentan y debaten sobre ello, viven en otro país.” (p. 148)

No hay comentarios: