lunes, 6 de febrero de 2012

Ruin arruinar




]Efemérides y saldos[


Ruin arruinar
Alejandro García

La felicidad es un trozo de pan difícil de tragar.
Juan Gerardo Aguilar



El refugio del hurón (México, 2010, Jus/ IZCRLV, 108 pp) consta de 9 narraciones breves cuyo centro es la atmósfera de incomodidad y la voz de narradores igualmente incómodos. Son historias poco dadas a la sorpresa. Desde el principio todas las condiciones atentan contra una solución favorable o medianamente feliz. Cuando esto ocurre, como en “Crónica de la llegada del fantasma”, donde la mujer recibe a su hombre (desde hace mucho ausente) en el cuerpo de alguien que llega del otro lado y lo prepara todo para el amor, las “Ruinas”, voz atávica, del primer cuento reaparecen, no ya las monumentales, prehispánicas, el altar de los sacrificios de todos los días. Las ruinas, el ruin arruinar, va y viene.
Tal vez se cuenta con la ventaja de que no se espera mucho, de allí que tampoco el drama sea para tanto. Hay por momentos una voz cercana al personaje de La conjura de los necios, con los ambientes de Carver y Kureshi, sólo que el motivo de irritación en Aguilar es el contacto con la mujer, la vida en pareja, el desgaste del amor. A veces se es el objeto de visión, a veces se es parte del juego, bien como protagonista, bien como pieza adyuvante. En “Las fotos de Jean Antoine” la visión se desdobla: la fotografía que asiste a la muerte del fotógrafo y el personaje que asiste al desgaste de la relación entre Jean Antoine y Natalia y su entrada al triángulo amoroso.
En “La última bala” el mirón sigue los celos patológicos de Sahid por Lucía, la bella enfermera, metida en problemas por Gina, quien a su vez tiene relaciones con el doctor Peláez. Sahiud sufre, vigila, espía desde los depósitos de basura, Gina mueve los hilos de la intriga hasta que el narrador busca sacar tajada, poner al descubierto las intrigas de la mujer, sin tomar en cuenta que un mensaje equivocado dará la pista a Sahid para balear al responsable del adulterio de su mujer. El balazo y la víctima equivocados.
En “Sin retorno”, el recuerdo de “Falso auto stop” de Kundera en gran parte dirige mi lectura, pendiente de cómo se separará de esa huella en mi experiencia. Los dos personajes van en el auto, saben de la distancia, del alejamiento, del arruinamiento de sus vidas y del silencio que los acosa y los preside. De allí que tengan la necesidad de actuar. Allí no más amores ridículos, porque entonces ambos pueden hablar, hacen de personajes dentro del personaje, pueden amarse y entregar sus cuerpos mientras la carretera reclama y la velocidad indica el vuelo sin retorno, no hay tiempo para el reflujo. En “Hermanos” la angustia por ver a un hermano exitoso, él que ve el mundo desde una silla de ruedas, se topa de pronto con la llegada de otra ruina, igual a él, espejo de él.
Están las historias de contacto con la animalidad: “”El refugio del hurón” y “Peces panza arriba”, en el primero el hurón es un aliado de la mujer, militante de ONG, cautiva de designios ajenos, lejana al personaje en el terreno de la intimidad, en intensidad de más a menos. En el otro texto los peces son solidarios de él, son su aportación al hogar y la joven Diva es la intrusa, el elemento perturbador, el que dejará los peces panza arriba. En los dos cuentos animal y varón se identifican, por la casa tomada, por la prisión y por el objeto en que se tornan los animales, espejo de los hombres y de la imposibilidad de ser.
Es en “Flores en la ventana” donde la atmósfera más deja libre al lector. Ciertamente se trata de una frustración, del dejar ir el momento de abordar a una hermosa mujer, elástica, deportista, linda, a partir de que ella ha descubierto que en su casa (de él) hay flores que le atraen, que la cautivan y la detienen en su correr diario. Pero el día que se decide a salvar las distancias, sobre todo mentales, a salvar el abismo de la edad, se ha olvidado de poner las flores en el lugar de siempre. Ni hablar, cuando hay carne es vigilia.
Juan Gerardo Aguilar (Zacatecas, 1977) pertenece a una de las novísimas promociones de narradores de nuestro país. Es uno de los más prometedores. Autores preocupados por la marginalidad e inmersos en un mundo despiadado donde los valores se ausentan y dan lugar a un realismo crudo, sucio, que contraviene los lemas de sistemas y posturas ideológicas de poder. A veces provocan un cierto escozor con algunas de sus situaciones, pero habrá que reconocer que su mundo a menudo se siente dulce frente a los excesos de la realidad actual.

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