domingo, 12 de febrero de 2012

Soñar en gaélico

]Efemérides y saldos[

Soñar en gaélico
Alejandro García

El sueño de gentes como el profesor Eoin MacNeill y el poeta y pedagogo Patrick Pearse, creer que se podía resucitar la lengua que el colonizador persiguió y volvió clandestina, minoritaria y casi extinguió y convertirla de nuevo en la lengua materna de los irlandeses.
Mario Vargas Llosa



Rogert Casement es el protagonista de la novela de Mario Vargas Llosa El sueño del celta (Alfaguara, 2010, 455 pp). Ha empezado a circular un mes antes de que le sea entregado el Premio Nobel y uno después del anuncio de la Academia Sueca. En apariencia, la novela pertenece al ciclo del escritor peruano hispano distante de la realidad latinoamericana, pues Casement es un irlandés que ganó fama internacional a principios del siglo XX por publicar un informe sobre el Congo, echando por tierra la imagen bondadosa construida en torno a Leopoldo II. Pero después de esto, Casement hará lo mismo en la Amazonía peruana, entre Iquitos y el Putumayo, lo que nos regresa a algunos escenarios de La casa verde, principalmente.
Tanto belgas como peruanos y británicos llenaron el mundo de caucho, vía llantas de automóvil y lo hicieron a costa de una verdadera carnicería, la lucha de la civilización contra la barbarie mostró aquí su peor cara: cortaban manos y testículos de los indígenas que no cumplían con la cuota de caucho, les tatuaban en las nalgas las siglas de la compañía, los sometían a torturas. Todo esto además del despojo de las tierras. Sus valientes denuncias le valieron el reconocimiento de la Corona Británica, honor que desairó por su condición de irlandés secesionista.
Si Casement jugó con fortuna su visión del otro, lo que no fue ingrato a los ojos imperiales, no fue afortunado en su militancia irlandesa. Después de ir a los Estados Unidos en busca de fondos, se traslada a Alemania en vísperas de la Primera Guerra Mundial. Roger estaba convencido de que sólo con un ataque de Alemania a Inglaterra podría Irlanda tener éxito en su insurrección. Allí prepara un pobre milicia que le ayudaría en caso de tomar las armas.
La rebelión de Pascua o de Semana Santa lo obliga a urgir a los alemanes a apoyar a la insurgencia con armas y con fuerzas militares. Consigue lo primero, pero no lo segundo. El levantamiento es ahogado en sangre, las armas nunca se recogen y él es atrapado y sentenciado a muerte por traidor al imperio. La novela se desarrolla en buena parte en ese vaivén leguleyo en que se ha pedido clemencia por el antiguo héroe devenido en traidor.
El otro guardadito de Casement es su condición homosexual y la existencia de unos diarios en que consigna sus gustos y excesos. Vargas Llosa los señala de salida, pero queda claro que ha habido un largo debate en torno a si dichos diarios son de su autoría o si son una perversa creación de la inteligencia británica. En todo caso, para el escritor de la novela son excesos soñados más que vividos y no dejan de ser el arma con que el poder imperial destruyó a Casement en la memoria histórica, tal fue el impacto que sus mismos camaradas llegaron a tragarse la infamia.

“Nunca cesó ni probablemente cesará la controversia sobre los llamados Black Diaries. ¿Existieron de verdad y Roger Casement los escribió de puño y letra, con todas sus obscenidades pestilentes, o fueron falsificados por los servicios británicos para ejecutar también moral y políticamente a su antiguo diplomático…?” (p. 449)

La parte más vital de Roger Casement, su corazón de alcachofa, está en la reconstrucción del pasado celta, de allí su poema El sueño del celta, para él sólo será posible la independencia cuando Irlanda vuelva a hablar gaélico, por eso cuando son derrotados durante la Semana Santa, no sólo se pierde una oportunidad histórica, también se pierde una generación que estaba entrando al contacto con el idioma, con la posibilidad de una expresión arrebatada por el conquistador, esto es, conseguir el regreso a un instrumento de expresión y de pensamiento propios.
Vargas Llosa nos entrega a un personaje que desde la anécdota nos va enterando de su idea del mundo, de su disposición para confrontar los excesos del colonialismo, de su disposición del cuerpo para amar la carne del mismo género y la reacción del poder, su destructiva pericia, su recurrencia a cualquier debilidad para descalificar.
Quizá no se trata de una novela arrebatadora como Conversación en la Catedral o La guerra del fin del mundo, hay resistencias a que el personaje rompa ciertas amarras contextuales, vuele novelescamente. No desaparece como El Consejero, muere y le sobreviene la muerte civil, pero el daño del novelista está hecho, el canto al respeto a la diferencia. Vargas Llosa nos entrega un personaje que soporta su grandeza en las contradicciones, en los vaivenes.

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