sábado, 13 de julio de 2013

Sólo mantén en suelo un instante más, muñeca

]Efemérides y saldos[


Sólo mantén el sueño un instante más, muñeca
Alejandro García

Carla se me acerca y me besa en los labios.
—Me habría gustado ser distinta y haberte conocido de otro modo. Habría sido todo muy bonito.
Del perfume de su piel y del calor de sus labios nace espontánea una pregunta. De la que me arrepiento en el mismo momento de formularla. 
—¿Volveré a verte?
Ella me pone el dedo en los labios…
Giorgio Faletti


Es Italia, año y temporada de caza de los Brigadas Rojas (1978) que han secuestrado a Aldo Moro. Es Milán y Bravo vive de regentear hermosas mujeres, mercancía de primera, y juega en el Ascot Club, mitad oficina, mitad máscara para ocultar su castración. Desde una esquina de la vida parece tener todo bajo control, con relaciones tegumentarias que lo salvan del compromiso y del afecto y lo mantienen a salvo con sus defensas externas de alcachofa. Podrá darse el lujo de jugar a los enigmas con Lucio, vecino, músico y ciego.
Muy pronto el escenario se complica y la noche de rutina se transformará en pesadilla, a pesar de que la mañana haya llegado. En cosa de una semana será pez que nada en aguas a merced de las dentelladas de la policía, de la mafia, de las Brigadas Rojas, pero sobre todo de su pasado. Giorgio Faletti ha construido en Apuntes de un vendedor de mujeres (Barcelona, 2012, Anagrama, 389 pp) una novela memorable, digna de leerse y comentarse.
—Contigo me iría gratis. Le dice Clara cuando Bravo se acerca para contratarla a favor de Daytona. El lector ya sabe que eso es imposible, Bravo es un profesional, pero le ha sido arrancada la virilidad. Y las palabras rondarán en toda la novela azuzando ese lado melodramático de quien lee y sabe que está inerme frente a las estrategias de un autor que oculta los hechos y los va dando a conocer poco a poco una vez que ha ganado la confianza.
Bravo aún tendrá tiempo de desarrollar su talento, su distancia con la vida y con el común habitante. Recibirá la llamada de un empresario que le pide tres mujeres, las mismas de la vez anterior, por 9 millones (el 30 % para el manager), buscará la manera de limpiar 490 milllones de la mafia mediante la compra de una quiniela ganadora. Es una liebre ese Bravo, mas las palabras siguen en su mente y entonces llegará la llamada época milanesa de plomo a envolverlo.
Bravo dejará ir a Laura porque se ha enamorado de un cómico y Clara deberá tomar su lugar en la fiesta de los poderosos. La Cenicienta se transformará en una mujer aún más hermosa.
Empieza la lluvia de muertos: el Tulipan, secuaz del mafioso Tano Casale es asesinado mientras se entrevista con Bravo, sus tres chicas y los importantes hombres que atienden aparecen muertos, Daytona, Lucio, el cómico, ahora encarnados en militantes de las Brigadas Rojas mueren. Y lo que era trata de mujeres, se convierte en un problema de crímenes y de alta política, pues entre los juerguistas se encontraba un legislador relevante de la democracia cristiana.
Y resulta que Clara no ha sustituido a Laura, que ésta aparece entre las muertas y que la chica que ha dicho —Contigo me iría gratis, no sólo está viva sino que aparece sobre la montaña de muertos, más allá de la policía, de la mafia, del grupo extremista y es la pieza de una intriga que ha logrado apoderarse de expedientes sobre personajes decentes que no lo son tanto.
El desenlace más que contarlo, debe sintetizarse en que aparece el pleno pasado de Bravo, Nicola Sangiorgi, sobrino de ese político asesinado e hijo de un senador siciliano, quien además de dejarse llevar por la ola de la corrupción y el tráfico de influencias, ha dejado que el mafioso de su tiempo, en Sicilia, castre a su hijo a fin de alejarlo de una sobrina. Era más importante forjar la prosperidad.

Como con todo buen libro, este comentario corre el riesgo de aniquilar la obra como cualquiera de sus personajes, pero me basta decir que además de su vertiginoso ritmo narrativo, de esas anclas trágico-cómicas que el autor disemina, de ecos venturosos que en sus páginas se escuchan: el joven dickensoniano, el destino sin destino de Hemingway, el sabor agridulce, sentimentalismo nunca doblegado de Chandler, el contrapunto del caso Moro (pienso en Sciascia), la técnica cinematográfica, en la novela de Faletti (quien al parecer ha renunciado aquí al best seller sin desaprovechar lo mejor de sus recursos), se purga el optimismo desde el principio. No hay remedio, el futuro se clausuró y después sabremos que los padres fueron cómplices, la trama misma se cierra en un artificio perfecto cuando se sabe que la cuchilla de barbero tendrá su conclusión en una cárcel, que Clara y Bravo superarán el 78, pero ya para qué, de allí que todo el esfuerzo de los personajes por salirse del mundo corrupto sean inútiles, porque así como se escucha —Contigo me iría gratis, se oye el tam tam del tambor, el marcador de ritmo de que cualquier sueño es imposible, todo fue demasiado perfecto para ser casual… Como si mi padre supiera lo que iba a pasar, aunque claro, muñeca, acaso sea posible acariciarlo durante un instante que buscaremos sea eterno.

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