sábado, 13 de julio de 2013

Amar entre charnegos y quinquis

]Efemérides y saldos[


Amar entre charnegos y quinquis
Alejandro García

Le conté a Tere lo que el Zarco me había contado de ella en la cárcel. Tere se rió sin soltarme; bailaba cogida de mi nuca, su cuerpo apretado contra mi cuerpo, su cara muy cerca de la mía. Es mentira, ¿verdad?, pregunté. Es verdad, contestó. Te lo redicho mil veces. ¿Entonces por qué te escapabas siempre? ¿Por qué te ibas con otros? Yo no me escapaba, contestó Tere. Y el que no me hacía caso eras tú.
Javier Cercas


Ampliamente reconocido por su novela Los soldados de Salamina (2001) y por su deslumbrante análisis de la transición a la democracia española, así fuera mediante un golpe de Estado, Anatomía de un instante (2009), Javier Cercas nos entrega ahora Las leyes de la frontera, publicada el año pasado, pero que ha sido presentada en nuestro país apenas en enero de este año.
La novela narra la historia de un joven, El Zarco, quien en 1978 vive en pabellones para jóvenes, en la orilla de la ciudad, en el cinturón de chabolas que rodean a Gerona. Desde allí, gracias a su robos de gasolineras, automóviles y bancos, que le valdrán una sentencia larguísima en la cárcel, se convertirá en una figura mediática.
Cañas o El Gafitas vive en un barrio de charnegos, inmigrantes que de diversas zonas de España llegaron a Gerona. Sólo una línea divide su barrio de clase media de la zona quinqui. Tanto quinquis como charnegos están en los márgenes sociales, sólo que mientras el mundo de charnegos puede llegar a la inclusión, el de los quinquis no tiene vuelta, es el territorio de la violencia, de la droga, del crimen, zona donde los delincuentes y los policías conviven, los unos prestos a burlar, los otros listos a atrapar u obtener información sobre delitos.
Gafitas huye de sus compañeros, quienes la han tomado contra él, especialmente el hijo del patrón de su padre, Batista, quien lo ha obligado a lamerle los zapatos. Del mundo de la violencia vendrán el Zarco y Tere, mujer que deslumbra a Cañas y lo somete de por vida. Le soltará la hebra, pero la tensará cuando le dé la gana.
Gafitas escapa de sus compañeros y se involucra en el mundo de la delincuencia y de la droga. Ha atravesado la frontera y acatará sus leyes. El final no es feliz: primero atrapan al equipo que no es del Zarco  (un muerto, un inválido y el resto va preso). Después cae el otro grupo, tras el fracasado asalto de un banco, pero Gafitas escapa y él sospecha que El Zarco detiene a los policías para que pueda escapar. ¿Quién fue el chivato que los entregó?
La segunda parte de la historia trata de la reaparición de Tere con la ahora mujer del Zarco, María, para que defienda a éste. El hoy abogado se dedicará durante dos años a lograr que su antiguo jefe de pandilla salga indultado, pero poco después vuelve a las andadas y la sentencia anterior se le sostiene y se agrega lo que merece por su reciente fechoría. Habrá nuevos intentos de que retome el caso, la mujer se convierte en fuente de denuncia y figura de medios, de allí que el abogado habrá de soportar depresiones y crisis hasta que la lógica se impone.
Pero en el fondo, a manera de ritmo se trata aquí de la continua reaparición de Teresa, esa fuerza que lo altera, que lo dispone para lo que ella quiera. Es Tere la que le da la mejor caricia de su vida en los baños de un sitio de maquinitas, la que le hace el amor en un viaje a la playa, la que baila y se acuesta con él mientras dedica a la defensa, la que lo ama antes de que la crisis cierre los caminos. Siempre se escapa, se niega a quedarse, a prolongar la experiencia. 
Es también gracias a ella que va al otro barrio, que se integra a la banda, que defiende al Zarco. Y es gracias a ella que la obra se convierte en acertijo. Por ejemplo, nunca se sabe si ella realmente lo quiere. Tampoco se sabe la forma de relación entre Tere y el Zarco y más se complica cuando ella le dice que son hermanos y que sólo ella lo sabe o cuando confiesa que fue la soplona que propició que la policía lo entrampara. Y el policía jamás corrobora la versión de que el chivatazo lo diera ella y le pidiera que dejara ir a Gafitas. Lo que sí parece cierto es que el policía lo deja ir.
Total, se diga lo que se diga la vida ya se jodió. Pero creo que sobre todo la vida se ha ido, ha corrido con ellos y el pasado sirve de poco, lo curioso es que ese pasado los sigue moviendo y sigue aportando nuevas versiones que lejos de aclarar confunden.
La novela se construye a base de entrevistas. Un escritor trata de obtener materia prima para acercarse al Zarco y será él quien conozca las versiones del policía, del protagonista y del abogado.
La duda se suspende:

No me fío de los periodistas, sobre todo de los periodistas serios o supuestamente serios. Son los peores. Ellos sí que mienten, no los frívolos. Los periodistas frívolos mienten pero todo el mundo sabe que mienten y nadie les hace caso, o casi nadie; en cambio los periodistas serios mienten escudándose en la verdad, y por eso todo el mundo los cree. Y por eso sus mentiras hacen tanto daño.


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