sábado, 8 de diciembre de 2012

Los modernos heredaron el paradigma


]Efemérides y saldos[


Los modernos heredaron el paradigma
Alejandro García

Por extraño y curioso que parezca, el conde seguía convaleciente de aquella herida, pequeña e insignificante, que había recibido del señor Friedrich al comienzo del duelo. Los humores de su cuerpo iban corrompiéndose de día en día, de semana en semana, impidiendo su curación.
Heinrich von Kleist


 Se reúnen en Relatos completos (Barcelona, 2011, Acantilado, 338 pp.) 8 piezas narrativas de diverso aliento. Heinrich von Kleist nació en Fráncfort del Óder en 1777 y murió en Berlin en 1811 a los 34 años de edad. El 22 de noviembre de este año Heinrich y su esposa Henriette salieron de su posada en Postdam hacia el bosque. Allí él disparó sobre el corazón de su amada, después se pegó un tiro que le voló los sesos. Von Kleist había vivido en consecuencia su vida de romántico y ante el padecimiento de la mujer de cáncer en la matriz, prefirió acelerar los acontecimientos.
Autor de muy diversos géneros (narrativa, teatro, ensayo), las narraciones de este precoz escritor alemán muestran las mejores características del romanticismo: la aventura desafiante del individuo, el combate de la injusticia, el exotismo en el espacio y en el tiempo, el amor como empresa mayúscula, y ante todo la nueva lectura de las realidades. Von Kleist vivió en Königsberg, la ciudad de la razón, la testigo del puntual paseo de Kant, una muestra más de esa simbiosis de la Modernidad entre razón y sentimiento, ilustración y romanticisimo.
El relato más largo “Michael Kohlhaas” es una larga lucha del protagonista porque la justicia se imponga. Obligado a dejar unos caballos en prenda en alguna de las muchas fronteras internas de Alemania, humillado con el pago de un impuesto arbitrario, se encuentra con la novedad de que sus caballos han sido maltratados. Desde allí luchará porque se reconozca el abuso, y esto lo llevará lo mismo al litigio legal que a la insurrección. Tendrá que padecer los titubeos reales, las conspiraciones de las cortes, la corrupción e incluso beneficiarse de la división del futuro país. Logrará el triunfo, pero la falta a las leyes humanas le exigirá el sacrificio.
En el mismo sentido “La marquesa de O***” busca y encuentra su reivindicación después de que ha sido humillada y abusada por las fuerzas invasoras. En la derrota, tendrá que padecer la doble falta: ser víctima del invasor y haber sido tomada. En uno de sus verdugos encontrará su ángel y su demonio y el periplo será la construcción de una estrategia para que el noble sea su esposo y su desdichada condición quede reparada plenamente.
Después de las hazañas individuales, una feliz, la otra sólo a medias, pues el héroe es ejecutado, pasa a los escenarios exóticos. Dos de los textos transcurren en América, durante “El terremoto de Chile” uno, durante la independencia de Haití el otro, “Los esponsales de Santo Domingo”. Aquí la aventura humana se estrella frente al fanatismo en el primer caso y frente al destino en el segundo. Jerónimo Rugera hace la labor de Abelardo con Josefa. A pesar del obligado enclaustramiento de la joven, resulta preñada. Condenados a morir, escapan gracias al temblor. Se encuentran y todo parece indicar que el caos favorecerá una vida como futura familia feliz. Pero la población los reconoce y en medio del estupor y la desgracia encuentra en ellos el motivo de fastidio de la divinidad que ha enviado la desgracia y que obliga al sacrificio. Von Kleist construye una doble paradoja que termina siempre en la fatalidad.
En “Los esponsales de Santo Domingo” en cambio podemos asistir a la rebelión de los negros y a un grupo de españoles que busca escapar de la violencia. Allí se dará el encuentro de amor imposible, siempre irrealizable, la pareja que está condenada a simular y que en esa simulación encuentra el castigo injusto. Si bien la visión de los nativos en Chile y Dominicana no es agradable, permite esa ampliación del mundo que llevaron a cabo los románticos.
En las 4 narraciones restantes asistimos a ese mundo contradictorio, injusto, donde la divinidad a veces parece dispuesta a poner orden y a veces más bien se sospecha que se encuentra en franca retirada. Es el caso “La mendiga de Locarno”, el más breve de los textos, donde el trato despótico es castigado y es también el caso de la herida mencionada en el epígrafe (“El duelo”, donde la lucha individual se da conjuntamente: la viuda y Friedrich), más que la medicina o la corrupción de la carne por la infección, lo que se infiere es que hay una voluntad que castiga, una realidad que las palabras tendrán que desentrañar, pero que las acciones aún no pueden describir sino por sus efectos, no por sus causas.
No habrá más remedio que el hombre conduzca sus propias acciones y que los comportamientos tiránicos, corruptos, injustos, habrán de ser parte de una larga lucha en donde el hombre triunfará o no será.



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