jueves, 15 de noviembre de 2007

La lectura: asomos a la vida

Y todos estos discursos están situados. No ocurren en la nada, en la ubicuidad o en la atemporalidad. Se dicen o escriben en un lugar y un momento determinados. Tienen a un autor, que vive y escribe y pertenece a una comunidad particular. Esta comunidad se ha desarrollado a lo largo de la historia, en un lugar concreto, y tiene una forma de ver el mundo que ninguna otra comunidad comparte. Forzosamente los discursos muestran siempre un punto de vista sesgado. No pueden representar a otras culturas, de otros lugares y épocas. Los discursos neutros, objetivos o desinteresados no existen.
Daniel Cassany, Tras las líneas, p. 55.


1. De agradecimientos y filiaciones
Quisiera empezar mi modesta intervención agradeciendo la amabilidad de las autoridades de esta institución, el Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica (CONALEP) al invitarme a participar en estos eventos tan relevantes. En especial quiero agradecer a la Maestra Beatriz Elizabeth Soto Bañuelos, por otra parte una gran y ferviente lectora, por su gentileza y por pensar que puedo decirles una o dos ideas de interés. Espero no comportarme por debajo de sus expectativas.
Debo confesarles que lo que soy se lo debo no a mi manager sino a la literatura. Gracias a ella escapé de un mundo de incertidumbres y de violencias y pude canalizar la mayoría de mis pulsiones de barrio bravo mediante la escritura y la lectura. Cuando decidí estudiar Letras para jugarme el todo por el todo, muchos de mis seres queridos pensaron que me iba a morir de hambre. Nada más lejano hasta la fecha. Escribir me ha permitido publicar 9 libros y colaborar en diversas revistas de circulación regional, nacional e internacional, escribir me ha permitido viajar y gozar de becas y apoyos económicos. Escribir me ha permitido estudiar desde la licenciatura, y hacer lo bien, hasta el doctorado y ganar algunos reconocimientos con estímulo monetario. Me ha permitido vivir decorosamente, sin apremios económicos. Escribir me ha permitido conocerme, desentrañarme en mis virtudes y mis grandes defectos y imitaciones.
Y junto a la escritura ha estado la lectura, ser un hombre informado, ya sea de noticias importantes, de los últimos chismes o de las grandes pequeñas tragedias, lector que no se deja engañar fácilmente, que conoce los vericuetos del poder y las conveniencias de los dueños del dinero. Además, tengo la fortuna de visitar mundos imaginarios, identificarme con personajes, asomarme a los grandes misterios de las familias, de nuestra sociedad y de la sociedad contemporánea. Esto ha sido a tal grado que a menudo me pregunto cuánto he dejado de vivir mi propia vida a cambio de asomarme a vidas ajenas, a recorridos extraños.
He dedicado buena parte de mi existencia a incentivar a leer y a escribir. Creo que he logrado inculcar en algunos de mis alumnos de taller literario y de preparatoria, licenciatura y maestría el gusto por la lectura y la pasión por la escritura y por la enseñanza de ambas. Algunos de ellos son hoy famosos y no quiero mencionarlos para no vivir de una gloria que no me pertenece y de una hombría de bien que sólo a ellos enaltece. Estoy seguro de que sus conocimientos sabrán trazar nuevas fronteras que aseguren las bondades de lectura y escritura.
De tal manera que, con estos antecedentes, cuanto diga aquí estará cargado, como los dados en cierto cubilete. Así que duden de lo que yo diga, porque soy juez y parte, pero tengan la certeza de que lo que aquí ponga a su disposición es producto de la honestidad, de mi recorrido por la vida, de mi visión adquirida en gran parte a través de la palabra.
Soy una especie de hombre de papel, hecho de múltiples historias, acaso lo único que puedo ofrecerles, pero allí están mis asomos a la vida, mi percepción del mundo, mi experiencia vital. No soy otra cosa y quiero prevenirlos a tiempo.
También quiero decirles que he escrito este mensaje porque me parece que es la forma en que mejor me expreso y que hago mejor. La expresión oral me torna más torpe, me atora, me hace dudar y llego a dar por conocido lo que ni siquiera he planteado, así que mejor lo preparo con tiempo.

2. Primeros ejemplos dudosos en su utilidad
En segundo lugar deseo poner tres ejemplos de dudosa utilidad a fin de relacionarlo con el tema de esta charla: la lectura. Muchas veces realizamos acciones misteriosas o contradictorias, acontecimientos que no sirven para nada, eventos de los que salimos con las manos vacías, sin recibir algo a cambio. Anticipo que con esto no quiero dar la razón a quienes piensan que sólo lo que deja dinero es útil.
Ejemplo 1. Vamos a la feria de la ciudad o de la festividad de nuestro barrio y nos subimos a los todavía llamados juegos mecánicos. Al más riesgoso, al que pone a prueba nuestra capacidad de resistencia. Digamos que a la montaña rusa o ese que nos sube en cómodos asientos hasta una altura de 20 o 30 metros y luego nos precipita de un solo empujón al vacío y se detiene a unos centímetros del suelo. Pagamos por ello una cantidad de dinero, no excesiva, pero al fin de cuentas impacta en nuestro bolsillo. Gritamos, pujamos, ponemos en tensión nuestro cuerpo, sudamos. Estrujamos al vecino o vecina. Nos dan ganas de saltar, pero no tantas porque sabemos que nos haríamos papilla. A veces juramos no volver a hacerlo o simplemente damos paso a la gritería y a la diversión, a nuestra diversión. Las preguntas son ¿pagamos por sufrir?, ¿sufrimos al gritar o gritamos porque sufrimos?, ¿cuál es la utilidad de esto?
Ejemplo 2. Voy a la lucha libre. Pago mi entrada en la taquilla del Gimnasio Marcelino González o la Arena Isabel o la Arena Coliseo. Me junto con un grupo que está decidido a defender a los rudos. Esa es la consigna. Pensemos que es la época grandiosa en que el Perro Aguayo (el padre) no es más rudo y es ahora muy técnico y bueno y viene a defender la plaza zacatecana tan nuestra de las marrullerías de los más temibles rudos. El papel no es fácil y más cuando con nuestro apoyo los rudos ganan la primera caída al héroe de Nochistlán. El ambiente se tensa y comienza la reacción de la gente en apoyo al paisano, a los técnicos y contra los rudos y esa pandilla de latosos que entre el público los apoya. Llego a temer por mi seguridad, pues la gente empezó a vernos primero divertida, como una curiosidad chistosa y necesaria, pero una vez que están abajo sus defendidos tornan su mirada en agresiva y empiezan a lanzar objetos y líquidos contra los agresores del orden. Por fin, después de sangre obtenida con fichas ocultas y colmillos de rudos y multitud de veces que el Perro Aguayo está contra la lona logra hacer una llave maestra y vence al capitán de los rudos. Ya no para nada ni nadie a los técnicos y nuestro apoyo se hace pequeño frente al griterío mayoritario de la gente. ¿Hemos pagado por la derrota?, ¿sufrimos por la derrota de los nuestros, sean rudos o técnicos y llegamos a la agresividad cuando los sentimos en peligro?, ¿cuál es la utilidad de esto?
Ejemplo 3. Insisten que vaya al médico. Yo me siento bien y temo que el galeno me vaya a decir que todo está mal dentro de mi aparente salud. Además me advierten que deberé ir la próxima semana al dentista. Después de una larga antesala, el doctor me atiende, me hace numerosas preguntas, toma mi peso, mi presión, mi nivel de azúcar, examina mi boca, mis dientes, ojos, oídos, nariz, garganta, el color de mi piel, mi caja torácica, piernas, mis signos vitales. Me dice está usted bien, mas debe cuidar su alimentación, hacer ejercicio, evitar el tabaco y el alcohol, las malpasadas. ¿Hemos pagado o perdido el tiempo estando bien?, ¿sufrimos cuando estamos sanos? ¿cuál es la utilidad de esta visita médica?

3. En busca de la utilidad de la lectura
Algo parecido ocurre con la lectura, nuestro tema. Compramos una revista, un libro o recibimos una publicidad al caminar por las calles del centro histórico o bien nuestros equipos electrónicos o de cómputo vienen acompañados de tremendos instructivos. En el primero y en el segundo caso hemos desembolsado dinero para obtener algo que a veces no leemos o que después de leído deambula por nuestra casa o entre mis haberes. En el tercer caso la vida es todavía más efímera, pues no es extraño que tiremos los volantes en el siguiente contenedor de basura sin siquiera examinarlos o que hagamos avioncitos o bolas de papel para molestar al vecino. En el último caso suele ganar el ánimo práctico y las habilidades adquiridas y los manuales se suelen consultar sólo cuando el armado no nos resultó o cuando tenemos dudas sobre tal o cual sofisticada función. El instructivo está incluido en el precio final, así que también cuesta.
El rodeo que he dado para llegar a la lectura parecería plantear más escepticismo que buen ánimo, más cancelación de puertas que apertura, más quejas que logros. No es el caso. He querido plantear que muchos de nuestros actos se presentan como contradictorios o paradójicos y que su utilidad no salta a la vista. Está oculta. Pero yo soy un optimista, creo que todo lo que he ejemplificado representa una salida al mundo de nuestras necesidades. Es decir, estamos frente a satisfactores y por lo tanto frente a actos útiles, a veces mucho más útiles de lo que parecen. Estoy hablando de la satisfacción de las necesidades espirituales o mentales: reírse, emocionarse, asustarse, imaginar lo que pudiera pasar.
Cuando subimos a la rueda de la fortuna estamos conociendo nuestros límites y nuestras debilidades frente a lo desconocido. Estamos haciendo proyecciones de nuestras capacidades frente al miedo y frente a condiciones anormales y extremas. Tal vez algún día tendremos que echar mano de ellas y nos pueden salvar la vida. Cuando nos divertimos en el miedo o en el terror, no se trata de un apetito malsano, de trata de hacer visible nuestra interioridad y de divertirnos ante lo desconocido.
Cuando vamos a la lucha libre sabemos que es un espectáculo con muchos de los movimientos maliciosamente calculados. Sabemos que se juega con los límites entre buenos y malos y damos rienda suelta a la agresividad y a la violencia en otros, pero somos los espectadores los que desfogamos energía con nuestro apoyo o con nuestro rechazo. Conjuramos la violencia con la violencia allí representada y satisfacemos nuestra necesidad de soltar tensiones acumuladas, fracasos en el fondo de nuestro día recargado de obligaciones. Hecho esto, podemos ofertar nuestra estado de pacifistas.
Cuando vamos al médico como actividad preventiva, estamos adelantando el velo de lo que viene y la sociedad mexicana apenas se entera de que después de los 40 años empiezan las enfermedades crónico degenerativas. La juventud nos torna soberbios y vemos lejanas la muerte y la enfermedad, pero por desgracia cada vez es más notorio el padecimiento de diabetes, hipertensión, cáncer y sida. La prevención es invertir para tener una madurez y una vejez sanas.
Cuando leemos tenemos acceso a información muy necesaria, que va desde cómo armar un juguete o una herramienta hasta adquirir conocimientos de punta en el mundo de la ciencia y del arte. La lectura es un mundo de palabras que es por fortuna ayudado por una mente muy fraguada en la imagen y muy auxiliada por ella, a grado tal que se ha llegado a decir que la imagen puede sustituir a la palabra.
No hay tal sustitución. Todos los sentidos se manifiestan de manera diferente. La imagen, el ojo, es en estos momentos la más atractiva y fácil de seguir. Pero el olfato, el tacto, el oído, el gusto, son partes de nuestro cuerpo que nos brindan información, que nos dan una lectura de las condiciones del entorno. Si no estoy mal informado en un evento posterior verán El perfume, la película, basada en la novela de Patrick Süskind, allí podrán internarse en un mundo donde predomina el olfato.
¿Y qué necesidades satisface la lectura? Las más variadas. En días pasados veía en el periódico local que más de la mitad del territorio de Villahermosa, Tabasco, estaba cubierto por las aguas del río Grijlava. Recuerdo haber estado hace más de dos décadas en aquella ciudad y haber comido en unas instalaciones para jóvenes en el malecón del río. Me parece imposible que esas apacibles aguas hayan reconocido sus viejos cauces y cubierto todo lo que fue su original territorio en otros tiempos. Acudí a internet para saber el recorrido del río y de su vecino el Usumacinta, el otro gigante que cruza la llanura tabasqueña. Leí y me ilustré sobre el nacimiento de ambos caudales en territorio chiapaneco aunque el mapa muestra raíces en territorio guatemalteco que no son consignadas. Me quedé con la duda. Pero la duda mayor es ver en un mapa que el río Usumacinta no desemboca en el Golfo de México, sino que como por arte de magia desaparece. Allí me he quedado en la indagatoria y pretendo en los días siguientes desentrañar si se trata de un error de trazo, si efectivamente se pierde en alguna laguna o si se ramifica. No lo sé aún. El sentido común me dice que tal caudal tan inmenso debe salir a aguas del Golfo, pero necesito la evidencia y debo recurrir a la lectura atenta de las versiones.
La lectura en periódicos y revistas nos proporciona información actualizada de lo que sucede en el mundo, en nuestra vida. Aun cuando se comienza como en un juego, toda lectura es interminable, nos lleva a nuevas cosas. La semana pasada compré un libro que se llama Gomorra, del italiano Roberto Saviano. El título tiene que ver con la ciudad mítica castigada por sus numerosos vicios. En este caso en particular se refiere a la camorra. Como ustedes saben para nosotros camorra es pleito, bulla agresiva, bravata. En realidad de trata de la mafia napolitana, de amplia historia desde el siglo XIX. Se trata de los grupos que, además, en la actualidad se encargan en Nápoles lo mismo del intercambio de mercancía china y de su introducción a Europa, que del tráfico de drogas, de estupefacientes y de control de negocios y establecimientos de todo tipo. Se da el caso de que la camorra llega a controlar la gran moda y las grandes marcas, de tal modo que un pobre obrero napolitano o de esa zona puede ver que su trabajo de 600 euros al mes se ve traducido en una pieza única de alta costura exactamente ajustada en la persona de Angelina Jolie en la entrega del Oscar.
El libro de Roberto Saviano nos acerca a una realidad que no es muy lejana a la nuestra, en donde en las últimas décadas el mundo del narcotráfico, de las maquiladoras, de la corrupción ha seguido avanzando a pesar de que el régimen cambió de manos. Y lo mismo podemos encontrar unos tenis o zapatos deportivos de la mejor marca en Tepito o en la fayuca de la Díaz Ordaz que la fabricación del mejor vestido de boda con telas europeas en La Lagunilla o un cargamento de drogas en las carreteras de Zacatecas.
La lectura más sencilla apela a nuestro interior. Sea la invitación a una noche disco en un anuncio pegado en la ruta 3, sea la recompensa por regresar un cachorro perdido en el Parque Arroyo de la Plata o los rostros de delincuentes boletinados por la PGR en los pasillos de la Central Camionera o en algún pilar de cualquier banco de la localidad. Hay referentes que están cercanos a nosotros en cuanto a si conocemos el local de la disco, o si tenemos un perro parecido al extraviado o a si esos rostros nos resultan familiares. No es raro que alguno de esos elementos se queden en nuestra memoria y, de pronto, en la soledad de la noche tratemos de localizar su origen cuando emergen mucho más claros que en el momento en que los vimos. Y cuántas de las veces se han acercado a nosotros personas con un papel que no pueden decodificar porque son analfabetas y que recurren a nosotros para que les expliquemos su contenido o que sufren si no los auxilian en el cajero automático. En ese momento nos damos cuenta de la importancia de saber leer y de tener una información que nos permita explicarnos el contenido.
Lecturas más especializadas nos permiten acceder a mundos en continuo movimiento como el de la computación o los juegos electrónicos. También podemos acceder a cuestiones sofisticadas como el desarrollo de las ciencias duras, como el destino del universo o cuestionamiento sobre las teorías recientes sobre el origen. Incluso podemos seguir el rumbo en torno a enfermedades o a padecimientos extraños en tiempos en que se suponía que la ciencia había exorcizado los males en el ser humano.
Por ejemplo, me entero que hay una enfermedad que sólo se manifiesta a través de los niños recién nacidos. Nacen con el cerebro fuera de la caja craneana. Terrible, digo y ustedes estarán de acuerdo conmigo. Sólo que la causa no la encontramos en aspectos sobrenaturales ni en extraños designios genéticos. La explicación está muy cerca y se refiere a mujeres u hombres que están en contacto, sea por el trabajo o por la cercanía de desagües, con sustancias tóxicas como ácidos. Pongo por caso el de la ciudad de León, donde los curtidores tiran los desechos al drenaje común y estos pasan junto a casas de pobladores lejanas a las tenerías. También se da entre los trabajadores de estas fábricas. Algo destruye en el producto humano, de tal modo que cuando los hijos nacen hay muy poco qué hacer en las instituciones de salud o en el llamado seguro popular. Se dio el caso de la hija de un político neopanista, heredero de curtidurías cuya hija tuvo este mal. Su situación le permitió llevarla a Houston, a Canadá y cuanto lugar le indicaron. Algo pudieron hacer por la criatura. No es loque ocurre en la mayoría de estos casos que ni siquiera se conocen, porque los regímenes en turno no pueden darse el lujo de que la población ponga en duda las bondades de la industrialización. Caso similares se dieron en Ciudad Juárez y al igual que los expedientes de mujeres asesinadas fueron enviados al archivo muerto.
La lectura es una expresión del lenguaje. Es también una competencia y está articulada al pensamiento. Nuestro cerebro ha evolucionado gracias al lenguaje y la oralidad ha recibido un gran desarrollo a través de la escritura. De allí que el cerebro y el pensamiento tengan una manifestación de su alto desarrollo en la escritura y la lectura. Se consolida así un círculo virtuoso. Sólo a partir del desarrollo de estas competencias es que nuestra especie ha puesto diferencias importantes con las otras especies. La escritura es la memoria del hombre y la lectura es la divulgación de esa memoria y la seguridad de su permanencia. Pero la escritura y la lectura aportan al pensamiento, consolidan su desarrollo y mejoran su calidad.

4. La lectura literaria
Hablemos ahora un poco de la lectura de obras literarias. Debo decirles que al contrario de lo que muchos piensan, la lectura literaria es la que representa mayor grado de dificultad. Llega a ser tan difícil como la lectura de ciencias exactas por su alto grado de decodificación. ¿Por qué? Porque la literatura es un sistema secundario, es decir, sobre el lenguaje ordinario se construye un nuevo lenguaje, con reglas propias. Las palabras ordinarias, pertenecientes al habla culta o al habla popular, se alejan de su significado y construyen un nuevo sentido y un universo de palabras.
De tal manera que personajes como el Quijote o el Periquillo Sarniento o Ana Karenina o Pito Pérez llegan de la imaginación a insertarse en la realidad. Lo mismo puede decirse de lugares que no existen y que los escritores han hecho famosos, como Comala, Yoknapatawpha, Santa María y Macondo. Personajes y lugares dan tal apariencia de realidad que uno los ve y toma partido por ellos. Es el caso también de una novela como Cumbres borrascosas, donde el lugar es árido y lleno de vientos y de nieve y en ese hosco escenario se lleva a cabo la historia romántica por excelencia: el amor imposible del niño pobre y maltratado que tiene que salir de su tierra para enriquecerse y cuando regresa ya no encuentra lo que deseaba, pues se ha corrompido y sólo le queda combatir al miedo y a la injusticia con su propia violencia. Y todo es contado por una ama de llaves que ha sobrevivido a los personajes y cuenta su versión a un visitante. Aparece pues otro elemento de la obra literaria que es el punto de vista, la posibilidad de que quien cuente esté equivocada o quiera mentirnos intencionalmente. Con esto, la lectura literaria nos dice que no hay verdades absolutas y que el relativismo, con lo que esto representa se ha impuesto.
De los géneros literarios modernos: narrativa, poesía y ensayo, la segunda es la más difícil y el primero es el más popular en nuestros tiempos. El ensayo está prácticamente en todos las ciencias y es un puente entre la literatura y los otros campos del saber. Decía que la novela es la más popular, al grado de que los dos escritores de habla hispana más reconocidos han cultivado la narración. Hablo de dos hombres a quienes separan 4 siglos: Miguel de Cervantes Saavedra y Gabriel García Márquez. Desde luego, a éste todavía le falta por purgar la prueba de los años, pero lo que ha vivido en vida es digno de resaltarse.
La literatura es la expresión más alta de una lengua y de un pueblo. Es la literatura la que da estatus a una cultura. Toda lengua que se respete trasciende a través de la literatura. El español se hizo extraña al latín y se autonomizó, se popularizó entre los habitantes de la península ibérica, quienes la incorporaron a su vida y a sus intercambios. Pero fueron los escritores del Siglo de Oro lo que le dieron el mayor grado de arrojo y de plasticidad, la hicieron literaria y amplia y plena. No fue sólo Cervantes, fueron también Quevedo, Gógora, Ruiz de Alarcón, Tirso de Molina, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Garcilaso, Fray Luis de León, Fray Luis de Granada, Santa Teresa de Jesús y muchos otros. Concluyamos algo: a la lengua la hacen los hablantes, pero son los literatos los que la perfeccionan y la dejan como testimonio en su mayor grandeza y estética.
En la actualidad, el español goza de una especie de nuevo Siglo de Oro a través de la literatura escrita en América, el enorme territorio que colonizó España durante 3 siglos. Escritores como Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Juan Rulfo, Agustín Yáñez, Ernesto Sabato, Fernando del Paso, Octavio Paz, han rebelado al mundo la originalidad, la razón de ser, de nuestro continente a partir de sus grandezas y de sus miserias. Pero todo esto a través de un español de gran factura. Nosotros, habitantes del siglo XXI tenemos oportunidad de incorporarnos a este gran movimiento en donde no todo está dicho y en donde las experiencias de nuestras comunidades están por saberse y difundirse.
La literatura ha servido para testimoniar el mundo en que el autor vive, de allí que mucha de la literatura de habla española se convierta en testimonio de las insatisfacciones de la gente frente al poder y frente a los poderosos. La injusticia es la gran constante. Y esta injusticia a veces no tiene una explicación tan clara o con raíces sociológicas y se relaciona más bien con las limitaciones de la especie, con la imposibilidad de detener la muerte o con el ensañamiento natural contra los más débiles.
Quiero compartir con ustedes, un poco al azar, tres lecturas que trato de relacionar con los primeros ejemplos de esta intervención.
Ejemplo 1. A. En la “Vendetta”, cuento de Guy de Maupassant, francés del siglo XIX, una mujer recibe el cuerpo de su hijo, asesinado a traición y la desvalida viuda jura ante el cadáver, a pesar de su vejez y de su debilidad, la vendetta, la venganza. Se dedica a entrenar a su perra vivaracha. Construye un monigote y le amarra un pedazo de morcilla. Pone a pan y agua a su perra Vivaracha durtante días. Después, a una señal, la lanza sobre el cuello del monigote y la premia con un pedazo de embutido. Cuando considera que es el día adecuado, va a la iglesia, comulga y lleva a su perra al lugar donde se esconde el asesino. A su señal la perra se lanza sobre el cuello del delincuente y lo aniquila. Esa noche, la viuda duerme tranquila.
B. En “El crimen de Bonifacio”, también de Guy de Maupassant, Bonifacio es cartero. Un día, en la campiña se acerca a una de las casas deshabitadas y escucha quejidos. Muy asustado, va la población a denunciar el crimen que en el campo se ha cometido, lo que provoca una gran movilización que termina en carcajadas y burlas al tontón o malicioso de Bonifacio cuando la autoridad comunica al cartero que no se ha enterado de que en la casa de los espantos ahora vive una pareja joven que recién ha contraído matrimonio.
Ejemplo 2. En un capítulo de Sobre héroes y tumbas, extraordinaria novela del argentino Ernesto Sabato, en plenas guerras intestinas del siglo XIX, enfrentados los dos bandos políticos partidarios de la federación o del centralismo se dedican a acumular victorias y derrotas en un eterno combate que no parece tener ni fin ni finalidad. Uno de los generales más importantes es derrotado y cae en combate. La turba le corta la cabeza y se dedica a pasear por la ciudad con ella como trofeo. En el colmo de la apoteosis o de la miseria, van a tocar a la puerta de la casa del héroe derrotado y cuando abre la hija arrojan la cabeza sin respeto ni misericordia. La muchacha lo recoge y lo guarda durante años en uno de los cajones de su cómoda.
Ejemplo 3. Fernando del Paso, escritor mexicano, escribió la novela Noticias del Imperio. En ella relata la locura de Carlota, la emperatriz y las vaivenes del Imperio de Maximiliano y de su contrincante, nuestro personaje inolvidable, Benito Juárez. No es una novela fácil, ya que se refiere a uno de los episodios tristes de nuestra historia, período en el cual algunos mexicanos vieron la solución a nuestros problemas ofreciendo la conducción del país a un príncipe extranjero, sin contar con la resistencia de un indio zapoteco que encabezó la más digna de las resistencias frente a tamaño agravio. No queda duda de qué lado estamos en esto, pero lo que la novela de Del Paso logra es enterarnos o convencernos o restregarnos en la cara ante nuestra resistencia a que esos dos personajes europeos forman parte, queramos o no, de nuestra historia. Hay momentos en que llegamos a compadecernos de la soledad de Maximiliano, abandonado por sus antiguos aliados y por sus familiares. La que yo quiero recalcar aquí es que la voz de Carlota, quien sobrevivió hasta una cuarta parte del siglo XX, está fincada desde la locura, desde esa enfermedad llamada locura. El padecimiento la ha alcanzado, pero esa condición le permite analizar descarnadamente los acontecimientos de los que pasaron de victimarios a víctimas. Se cumple el viejo adagio de que los locos dicen la verdad.
Al igual que en las diversiones del espíritu, estamos frente a cosas que nos atraen y nos repelen, que nos magnetizan, como esa cuarto misterioso que tememos pero al que queremos entrar. El hombre busca asustarse en la lectura, acercarse a mecanismos de violencia individual y social, a conocer la enfermedad que es la antesala de la muerte. La lectura nos permite entrar a un mundo donde la palabra se erige en paralelo de la vida y es tal su virtud que podemos asistir a la muerte, la única experiencia que es intransferible, porque aun el nacimiento puede ser imaginado a partir de esas caídas vertiginosas que se dan en las primeras etapas del sueño. La muerte puede ser nombrada y vivida en el mundo de palabras de la literatura. En la lectura literaria asistimos a nuestros grandes miedos, a nuestros grandes retos, a nuestros grandes misterios. La literatura no es moral por naturaleza, pero si lo puede ser en su desentrañamiento por parte del lector. De allí que los cuentos para niños sean característicos por su rudeza: matan a la bruja, la meten viva en un tonel con clavos, la avientan desde el cerro más alto. Eso le permite al lector asistir a lo que tememos, a lo que nos puede desbordar como especie. De allí que la literatura funcione como un regulador, como un drenaje en que se exorcizan las grandes pasiones humanas. No es una invitación al mal. Es una invitación a conocerse en los casos límite, como al subirse a la rueda de la fortuna, como al asistir a la lucha libre, como al recibir un dictamen médico. Es el hombre que además de sentidas necesidades materiales, tiene urgente necesidad de satisfacer sus necesidades espirituales. Al hacer esto, el hombre sigue tomando distancia de las otras especies y sigue tomando distancia de sí mismo y así lucha por corregir los excesos. El hombre es el único animal que ríe, conoce, degusta, hace el amor, imagina su mundo a favor y en contra.

5. Los peligros de la lectura
Se dice, y con esto concluyo, que la lectura está condenada a desaparecer y con ella el libro. Se dice que el cine, que la internet, que la televisión, que los juegos electrónicos o maquinitas le darán el tiro de gracia. No estoy de acuerdo. El único peligro real para la lectura radica en la pobreza, en el hecho de que una revista cueste por lo menos 20 pesos y un libro importado llegue a cotizarse en 500 o más pesos. Otro peligro radica en la ignorancia de nuestros dirigentes, quienes confunden el protagonismo con la cultura y llegan a ostentar sus flaquezas como si se tratara de verdaderos valores.
La lectura estará presente mientras los lenguajes científicos diversos tengan que explicarse por la lengua o el idioma de la nuestras comunidades. Los manuales de computación, sean de programas operativos o de paquetes de programas de procesamiento de texto hablan de esta necesidad de leer las diversas modalidades y secretos de los nuevos lenguajes.
La lectura estará presente mientras tengamos necesidad de informarnos, de ampliar nuestros datos y de profundizar en los conocimientos.
Y también la literatura tiene asegurada su vida y su vigencia. Los problemas de la vida contemporánea tienen allí un ámbito que les permitirá la denuncia y la llevada de experiencias de otras comunidades.
Quien lea y quien escriba siempre será peligroso mientras el estado de cosas no mejore o la sociedad no se transforme. El temor está en el manejo de la información, en la pregunta ante versiones encontradas, en la constante de cosas que se esconden y encubren. Eso es lo peligroso, de allí la necesidad de invertir un poco de nuestro tiempo es esto que no nos deja algo en las manos, que en apariencia sólo gasta nuestro tiempo, pero que nos permite satisfacer la necesidad de curiosidad, de conocimiento, de diversión. Por ejemplo, el terrible y censurable episodio de las torres gemelas de Nueva York adquiere otro cariz cuando conocemos los nexos de negocios entre las familias Bush y Bin Laden o nos permiten indignarnos cuando sabemos del interés de los Estados Unidos por el avance de la infraestructura nuclear en Irán que emboza el interés del coloso del norte por el petróleo. O, más cerca aún, enterarnos de que la droga que se produce en América Latina tiene su razón de ser en el consumo interno de Estados Unidos, pero ¿dónde están los grandes capos de la droga en Estados Unidos?, ¿por qué no los retratan o los volantean para que sean apreciados? Ahora resulta que América Latina es la gran corruptora de los jóvenes norteamericanos.
Sin embargo, aquí no se trata de amargarse la vida, al contrario, el conocimiento nos libera de muchos complejos de culpa y pecados ajenos. La lectura a la que no podemos renunciar es a la que nos permite descifrar los enigmas más cercanos a la vida, los que nos permiten tomar el pulso a la realidad, relacionarnos con el amigo, amar a la pareja, a los seres queridos y al prójimo. Es esta capacidad de leer la que se ve beneficiada con los otros tipos de lectura. Sólo de esta manera podremos pasar de un asomarse a la vida a una vida plena.

3 comentarios:

Vladimir Reyna dijo...

Usted disculpe que no lea de una sentada su texto pero prometo imprimirlo y en menos de dose semanas escribirle un comentario; por otro lado le invito a leer y comentar mi texto de 45 palabras.

Vladimir Reyna dijo...

quise decir dos eh no doce ni mucho menos dose.

Salvador Lira dijo...

¿Qué tal doctor? Es la primera vez que entro a su blog. Considero importante lo que dice su texto en torno a la lectura y pienso que el error radica en ver una utilidad productiva a la lectura, de ahí los precios elevados de los libros que se manejan como discos de música. Para mí, la utilidad de la lectura es su inutilidad en la sociedad, su mero divertimento es lo importante, su reflejo de lenguaje y sociedad. Quizá el internet o los libros digitales sustituyan a libro, no por su precio o la falta de lectura de las personas, sino por los costos elevados del papel. Le mando un gran saludo.