]Efemérides y
saldos[
La caricia del ángel
Alejandro
García
Él era el único hombre en el mundo que había sido
abrazado por un ángel. Volvió a sentir aquellas alas, que ahora la mujer no
tenía, estrechando su cuerpo, mientras ella le practicaba el masaje, mejor
dicho, por efecto del masaje.
Cees Nooteboom
Publicado en 2006, Perdido el
paraíso (Barcelona, 2010, Debolsillo/ Siruela, 159 pp), es un buen libro
para iniciar el contacto con la obra narrativa del holandés Cees Nooteboom. La
novela presenta una serie de intertextualidades con El paraíso perdido de Milton, con la figura del ángel de Walter Benjamin
y con el cuadro de Paul Klee Angelus
Novus comentado por el mismo filósofo alemán, quien según entiendo también
fue propietario del lienzo. También hay alusiones a otros artistas que han
tematizado a estos seres cercanos a la corte celestial, pero que han jugado un
papel variable en el proceso de desdivinización a partir de la Modernidad.
La obra consta de una advertencia, un
epígrafe de Benjamin, un “Prólogo”, “Primera parte”, “Segunda parte” y
“Epílogo”. Cierra con un fragmento de El
paraíso perdido de John Milton, aunque una vez que el “Epílogo” ha cerrado con
la datación espacio-temporal de la escritura: “Ámsterdam, febrero de 2003. Es
Consell, San Luis, 26 de agosto de 2004”.
El núcleo de la novela se encuentra en
las dos partes. En la primera, Alma y Almut viajan a Australia a tratar de
establecer contacto con el mundo de los aborígenes. Alma ha sufrido una
violación múltiple después de incursionar en la favela de Paraisópolis, en Sao
Paolo, Brasil. En Australia se va adentrando en otras realidades que no son las
que ella conoce acerca de ese mundo que busca y que ha sido producto de sus
búsquedas como lectora. Combinando sus ahorros con algunas ganancias como
masajista llega a mantener relaciones con un artista nativo, con quien
topa en hueso en cuanto a conocimiento.
Él no puede traicionar a su grupo, ni llevarla ante él. Ella no puede
entregarse porque esa capacidad le ha sido perturbada por la posesión violenta
de su carne.
Yo estoy
aquí para librarme de mis demonios. Él está aquí para follarme. Creo yo. Eso es
al menos lo que hemos hecho estos últimos días. Una semana, me dijo; no puede
estar más conmigo. Tiene que regresar a su mob. El mob, así llaman aquí al
clan. No me ha querido decir dónde está su mob. En algún lugar del outback, de
esa infinita extensión despoblada de Australia. No tengo ni idea de lo que pasa
por su cabeza. Quizá sea él quien me está engañando a mí. Aunque ¿puede mentir
alguien que apenas habla?
En la segunda, Erik Zondag, un
prestigioso y polémico crítico literario holandés va a un festival a Australia.
En él, asistirán a un espectáculo, inspirado en El paraíso perdido en que ellos deberán buscar a los ángeles. Éstos
serán caracterizados por jóvenes contratados para cumplir ese papel y que no
deberán moverse o hablar con los visitantes. Erik será cautivado por un ángel
encarnado por una muchacha con aspecto de chico, Alma, un ángel que está metido
en un armario, de espaldas a él y que por lo tanto no puede verlo, sólo oírlo.
De allí la reciprocidad del no verse a los ojos y de no hablarse. Al final de
la escenificación ángeles y hombres conviven en la playa y se conocen antes de
partir. Tiempo después Erik irá a un lugar de masaje y se encontrará con Alma y
rememorará la aventura con el ángel.
En “Prólogo” un escritor vuela de
Friedrichshafen al aeropuerto Tempelholf de Berlín (cerrado hace cerca de un
lustro) en un avión y una hermosísima mujer se sienta un asiento adelante, en
el lado contrario, junto a la ventanilla y eso le permite admirarla. Lleva
consigo un libro, con una dedicatoria en la contraportada, que apenas hojea.
También pasa sus ojos por la revista de la línea aérea en donde se hace
propaganda de Sao Paolo y de los aborígenes australianos. Al terminar el vuelo
ella envuelve su libro, sale del avión y es recibida por un hombre que le da un
beso.
En “Epílogo” el escritor ha terminado de
escribir la historia de Alma y Almut y parte
en tren de Lichtenberg, Berlín, a Moscú. Allí se reencontrará con la
hermosa mujer y por fin hablarán del libro, que no es otro que El paraíso perdido. Al igual que Alma,
espera expulsar a los demonios después de su mala experiencia, el escritor
quiere expulsar a los suyos, incluidos los personajes que deben retornar, si
cabe, a sus lugares de origen o seguir su destino.
La entrada y salida de la novela, permiten acercarnos al
misterio de la creación. La hermosa mujer toca la revista en que se ven los
escenarios donde se moverán los personajes en busca de consuelo y de reposo.
Serán ángeles también. El autor, que en este caso observa la apostura de la
mujer, su sueño y el momento en que él mismo puede dedicarse a escribir parte
de un prólogo para un libro de ángeles en cementerios. Ambos, mujer y autor se
constituyen en figuras de toque, que otorgan vida y disfrutan con ello.
Ciertamente el ángel de Benjamin ve hacia atrás las ruinas, en el pasado, pero luego es
envuelto por el Huracán, el futuro. Los personajes cargan con el dolor, penetran
territorio en busca de respuesta. No es muy seguro si el futuro los ha salvado
o los ha postrado en la derrota irremediable. Lo cierto es que El paraíso perdido de Milton otorga al hombre la capacidad de vivir
fuera del paraíso y desde allí será también capaz de recibir a Dios y de darle un
sitio importante entre los hombres. De su derrota ha salido triunfante, aunque
con la nostalgia permanente que le permite reconstruir el Edén sin las
prohibiciones del todopoderoso.
1 comentario:
¡Hola, Alejandro! Mi comentario no tiene nada que ver con tu texto, pero sí con una novela que publicaste hace tiempo llamada "Cris, Cris, Cri, Cri". Lamentablemente no he podido leerla por completo, pero estoy muy interesada en que me brindes información sobre "Mary Cheesman", es para una investigación que estoy realizando.
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