]Efemérides y
saldos[
Flamígera ceguera
Alejandro
García
¿Cómo no se dio cuenta de lo que había entre su madre
y yo? ¿Cómo es posible que nadie lo viera? Pero la respuesta es sencilla.
Vieron lo que esperaban ver y no vieron lo que no esperaban. De todos modos ¿de
qué me admiro? Estoy seguro de que yo no era más perspicaz que ellos. Esa clase
de miopía es endémica.
John Banville
Antigua luz (México, 2012, Alfaguara, 295 pp) es una novela que toma ventaja
rápidamente sobre el lector, ninguna
mujer, y estoy dispuesto a apostar, ha
conocido jamás la sufusión de secreto deleite que inunda las venas de un
varón de cualquier edad, desde que da sus primeros pasos hasta que es
nonagenario, ante el espectáculo de las partes pudendas femeninas, de tal
manera que es casi hasta el final que empiezan las dudas y los cuestionamientos
en torno a si el autor, John Banville (Wexford, Irlanda, 1945), será capaz de
mantener la calidad de la historia, su vértigo, sus riesgos y si podrá resolver
la historia con un indicio que ha repetido a lo largo del texto: la posibilidad
de que el personaje que él protagoniza en una película sea el que embarazó a su
hija y luego se ocultó antes de que ella se suicidara en las costas italianas.
Alexander Cleave rememora cómo a los 15
años, ahora anda más allá de la sesentena, mantuvo durante varios meses una
relación con Celia Gray, la madre de su mejor amigo, con 35 abriles. Se trata
de una relación que pasa de la cautela a la exhibición, de la superficialidad
al toque de pliegues insondables de la naturaleza humana y que, por supuesto,
debe tener un fin, que todo el libro se sostiene fue escandaloso y necesario.
Esa premura se comunica al lector y sin duda éste participa de la ceguera
general de que se habla en el epígrafe.
En el hoy narrativo, Cleave es un actor
de teatro en retiro que es solicitado para protagonizar a Axel Vander. De esa
manera trabará relación con Dawn Devonport, joven actriz que hará el papel de
una de las mujeres importantes en la vida del personaje principal. Sólo que
habrá que agregar que hace 10 años que Cleave ha perdido a su hija Cass,
muerta, embarazada, entre los riscos de la costa de Portovenere.
Durante la filmación Devonport intenta
suicidarse. Se sabe que Dawn ha perdido hace poco a su padre y que eso la ha
mermado sustancialmente. Cleave diseña un plan para llevarla al lugar donde su
hija murió. A medida que avanza la novela, los tres ejes, las tres mujeres: la
antigua amante, la hija y la actriz se entremezclan sin perder su mayor encanto
la idílica relación, pero es obvio que por momentos llegan a pesar más bien el
misterio de la hija, bien esa noche en que Davenport llega a su cuarto y se
pega a él en inocente búsqueda de cobijo.
Mientras uno como lector pretende que el autor caiga en su
propio sebo y resuelva el conflicto por el lado de la hija, la mayor aportación
está fuera de la anécdota que parecía resuelta: un amor entre un joven de 15 y
una mujer de 35 no tiene futuro, debe terminar ante la serie de desatinos que
los descubre ante el pueblo. O bien un buen día la mujer se va del pueblo
después de que la hija los ha visto en pleno juego amoroso, junto con una
amiga, y que su amigo lo ha encontrado y llenado de insultos, por lo que el
dolor queda y se acabó.
Una extraña llamada le dará a conocer no el misterio de su
hija, tampoco el de la actriz, sino su ceguera, al no darse cuenta de que unos
meses después de la huida de la familia, la señora Gray murió. Lo dice la única
testigo de su relación, ahora monja, y lo dice con la certeza de que “aquello”
pudo prolongar la vida de su madre y de que no hubo tal escándalo en el pueblo,
ni siquiera el dolor de un padre ante el engaño.
De tal manera que la vida se ha construido sobre esa
ceguera, sobre ese joven encaprichado en la atención de una mujer que veía en
él una serie de respuestas ante una vida que sabía insatisfactoria y muy muy corta.
Antigua luz de John Banville, publicada el mismo año en inglés y en español, es sin
duda una de las grandes novelas que se publicaron durante 2012. Banville
desarma al lector de tal manera que éste no se da cuenta de que está ante
esquemas: el amor entre un joven y una mujer madura (además, madre de su mejor
amiga), el dolor por el suicidio de la hija y la incomprensión de los padres
ante esto y por último una hija de papá que intenta suicidarse ante la muerte
de su gran pilar. Pero Banville rebasa los esquemas, alienta esa historia donde
se nos van revelando los personajes en sus límites y en sus posibilidades de
darse, pero ante todo en su capacidad de incomunicación, en su soledad, en ese
egoísmo que nos impide ver la desgracia o la desdicha de los otros y sólo
permite la atención, la atención exclusiva, aunque el otro esté a punto de cumplir
su propia ruta y eso pueda significar la muerte.
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