]Efemérides
y saldos[
Democracia: el Golem manco
Alejandro García
Cualquier enemigo de la izquierda la tiene muy fácil a
la hora de encontrar motivos para acusar a sus oponentes no sólo de ser de
“izquierdas” sino justamente de ser “comunista”, y por consiguiente de tener
como objetivos reales “la miseria”, el terror y la muerte.
Raffaelle Simone
La
caída del muro de Berlín no sólo significó el fin de la guerra fría y el
triunfo del capitalismo como espectáculo, sino que, a mayor profundidad aún,
significó la puesta en entredicho de toda una forma de ver y analizar la vida y
el mundo en que se ancla ésta. Bibliotecas enteras fueron rematadas en los años
siguientes, metodologías marxistas de gran prestigio mutaron de piel y la
democracia mostró a la izquierda como un mal necesario, muestra evidente del
mundo del fracaso y de su poder de perdón y tolerancia. Era importante tener a
la mano el museo de la memoria, la cabeza del decapitado a la vista de todo el
mundo como ejemplar castigo para los potenciales seguidores.
El monstruo
amable. ¿El mundo se inclina a la derecha? (México, 2011, Taurus, 193 pp), escrito
por un lingüista, no por un politólogo, es sin duda un libro polémico que debe
ser leído, porque más allá de la incontrovertible crisis de la izquierda que
muestra, deja en claro que el mundo de las reivindicaciones y de las luchas
consecuencia de la injusticia y de la explotación, tras su cara amable, están
allí pendientes al margen de diestras y siniestras y por lo tanto es una deuda
de la democracia que lleva mucho más allá de
la exigencia o del ejercicio de la libertad.
Simone se refiere a Europa. Se trata de mostrar cómo el
péndulo mundial se movió a la derecha y cómo la decencia y el buen trato se han
convertido en el fondo de la democracia ocultando los problemas centrales. Cuando
el centro está en su lugar, equidistante, la polarización es exacta,
equilibrada, pero cuando el centro se corre a una de los extremos, la capacidad
de maniobra se torna difícil. De allí que en este entorno la izquierda misma se
corra al centro o se introduzca a la discursividad y reglas de la derecha.
Si bien solo alude a América Latina, la aplicación en
nuestro país es clara cuando vemos que el partido gobernante trastoca sus
viejas demandas y como operador de los mecanismos de Estado es rebasado por su
flanco, la derecha, por el Partido Revolucionario Institucional. Por eso mismo
cualquier intervención desde la izquierda queda sepultada desde una primera cara
de rechazo por el rompimiento de las formas hasta por la improcedencia y
lejanía de las propuestas. Aún quedan las heridas de la propaganda
estigmatizadora de 2005 y 2006 y el escaso margen de maniobra para la
izquierda. Sea cual sea el resultado, el camino por recorrer hacia el centro,
siquiera, es largo y difícil.
Agreguemos a eso que la repartición de los puestos de
gobierno incluyen a los tres grandes partidos y salvo en el DF la izquierda se
ha mostrado lerda, corrupta, a veces cínica, y sin particularidad alguna que la
haga distintiva frente a las otras opciones. La riqueza petrolera ha servido
para labrar fortunas desde los flancos y el centro, corridos por esto mismo a
la derecha.
De allí que el mundo del Papa viajero, de Reagan y sus
secuencias, el hundimiento de la URSS hayan calado tan hondo para maniatar
expresiones como la de América Latina, donde la izquierda parece hacer la tarea
modernizadora, alineadora, conocedora de sus propios vericuetos y haya aportado
tan poco a los grandes lemas críticos emanados de la Modernidad:
Explota abundantemente
el miedo como factor de atracción, aunque necesita hacer creer que el mundo
está tranquilo, es feliz, optimista. De hecho, el optimismo a toda costa es un
componente de fondo fundamental de la Neoderecha, que sirve para tener
tranquilo al ciudadano-consumidor y no perturbar sus inversiones. Las crisis no
son nunca puramente negativas; siempre son también “oportunidades”, son “buenas
crisis”.
La Neoderecha
desprecia la cultura, la investigación y todas las actividades intelectuales;
es indiferente a la creación artística, salvo si se traduce en productos
mediáticos o constituye un elemento decorativo.
Las luchas por libertad, igualdad y fraternidad, o por
la justa repartición de la riqueza, explotación, la no alineación del trabajo, plusvalía,
la felicidad, punición sobre las almas y sobre los cuerpos, la seguridad social
para todos y las pensiones universales, están lejos de la mente de las personas,
no en sus necesidades, sino en las estigmatizaciones que conseguirlas entraña. Enfrente
el mundo de la construcción de percepciones, de poner la felicidad a la vista,
pero no al alcance, parece salirse con la suya, al fin y al cabo que la
oposición siempre suele ser vista como estorbosa, inútil y pendenciera.
Límites y necesidades están a la vista, también la
tarea del opositor por salirse del círculo macabro del estigma y el ejercicio
crítico del ciudadano para señalar a los responsables.
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