]Efemérides
y saldos[
Que retocen los cachorros
Alejandro García
A Carlos Ulises Girón
Sifuentes, in memoriam
Nunca he conseguido desembarazarme de la idea de que
el maíz es, fundamentalmente, comida para cerdos.
Herman Koch
La cena (Barcelona, 3ª edición,
Salamandra, 2011, 284 pp) de Herman Koch (Amhem, Holanda, 1953) causó fuerte
impacto en los Países Bajos al aparecer en 2009. Su éxito trascendió las
fronteras (en España llegó a 3 ediciones en 8 meses) y se ha convertido en un
referente sobre la suerte de los herederos de familias pudientes en el mundo.
La novela se estructura de acuerdo a los diversos
tiempos durante una cena (aperitivo, entrantes, segundo, digestivo, propina) en
un exclusivo restaurant y se da entre dos hermanos y sus esposas. Serge es un
político que tiene amplias posibilidades de ganar las próximas elecciones y el
mundo parece a su merced. Lo acompaña su bella esposa Babette. La otra pareja
la conforman el narrador, profesor en retiro, y Claire, sobreviviente de una
penosa enfermedad.
Poco a poco irá apareciendo el real motivo de la cena: “Por eso quiero que hablemos la cuatro. Esto
nos incumbe a todos. Se trata de nuestros hijos”, El autor irá dándonos la
certeza de que todos saben lo que han hecho sus dos cachorros.
Serge podrá llegar casi al final del evento para
anunciarles que ha decido renunciar a sus aspiraciones políticas, pero ya antes
se ha sabido del caso de unos jóvenes que al entrar a un cajero automático se
han encontrado allí con una indigente instalada en la cabina y ese estorbo los
ha sacado de sus casillas, de modo que la han golpeado y por último le han
lanzado un bidón sin gasolina que de todas maneras ha provocado un flamazo y ha
matado a la mujer. Los jóvenes han huido, pero el video está en Internet y
parece cosa de tiempo que las autoridades lleguen a detener a los responsables.
El narrador reconoce los tennis de uno de los asesinos. El resto lo averigua
fácilmente
Además de la tensión entre hermanos, el resentimiento
entre “el realizado” y “el problemático”, además de la diferencia de vida entre
la salud y la enfermedad, el narrador ha de vivir una vida donde lo han
obligado a retirarse de la docencia por la inconveniencia de sus comentarios y
eso ha disgustado a los alumnos y a los padres.
De allí que las cosas sean nada cómodas para este
personaje, quien protege a su hijo (Michel), heredero de su visión de mundo y
de muchos de sus prejuicios: “¡Te estás
riendo! Igual que la primera vez que te conté lo del cajero automático. ¿No lo
recuerdas? ¿En mi cuarto? Mientras te contaba lo de la lámpara te echaste a
reír, y cuando llegué al bidón aún no habías parado”.
Alguna vez unos lugareños habían puesto en su lugar a
la parejita (Michel y Rick) al robar una gallina. Claro, sólo se trataba de una
travesura. De modo que todos saben de la nueva aventura de los primos e incluso
algo sospechan de que el hijo africano (Beau) adoptado por el político está en
litigio porque no ha participado dentro del evento, pero duda entre permanecer
fiel a la familia o sacar de sus antecedentes genético-culturales para
complicar el asunto. ¿Ha sido Beau el que ha subido el video a Internet y los
chantajea acorde con el llamado de su sangre? ¿Por qué ha desaparecido?
La contraportada comenta que el texto trata de hasta
dónde llega la responsabilidad de los padres en relación a los actos de los
hijos. Me parece que va más allá, la novela refiere los pliegues en los que se
va formando el niño, en los que se apoyando el joven y en lo que se convierte
en complicidad a la edad madura. Los hijos heredan una visión en donde se
sienten capaces de violar la ley y humillar a los que ellos consideran estorbo
o seres menores.
El narrador urge una estratagema para que Serge no dé
al día siguiente la conferencia de renuncia y lo logra, pero al final de
cuentas realizan algo que sella su derrota.
La novela recuerda de manera sorprendente el caso de
“El cobijas”, en la ciudad de Fresnillo, mayo de 2005, cuando un indigente fue
quemado por un grupo de jóvenes de clase alta sin que la ley los alcanzara. Un
caso parecido se dio hace algunos años en León, Guanajuato, donde el heredero
del dueño de la fábrica de botas “Jaca” mató a su novia, dejándole caer una
enorme piedra en la cabeza, después de tener relaciones sexuales con ella, en
Sierra de Lobos. El responsable huyó a España.
Es cierto que el gran drama del hombre moderno es no
haber resuelto el futuro, ni el propio ni el ajeno. No hemos garantizado una
vida cómoda para niños y jóvenes, de allí que lo único heredable sea el
prejuicio, el descontón, la trampa, el agravio, como forma de pegar primero y
sobrevivir en un mundo donde la corrupción parece imperar.
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